Es difícil no recordar a Pe. Bonomi en su paso por La Parroquia Del Divino Redentor, con su personalidad tan especial y de una sencillez misionera que llamaba la atención. En cierta ocasión, estaba trabajando en la construcción de las salas, sí, en las mismas 10 salas en que hoy se hace catequesis, allí laboraba como un obrero más, con la diferencia que cuando ellos iban a casa para descansar padre Bonomi seguía trabajando hasta el anochecer. Estaba en esta condición cuando llegó una señora, preguntando donde estaría el Sacerdote para hablar con él, Pe. Bonomi descendió por los andamios y llegó a hablar con la dama a quién no conocía, ni ella a él. Se pusieron a hablar y hablar, la escuchó y finalmente la dama al parecer con “su problema” resuelto, le dice: “gracias por haberme escuchado ha sido Ud. Muy gentil, sólo que yo quería hablar con un sacerdote para contarle lo que me afligía”, dio media vuelta y se marchó. El día domingo, nuestra amiga fue a Misa y cual no sería su sorpresa al ver al “trabajador de la contru” presidiendo la Eucaristía. Desde ese día la Parroquia ganó a una muy esforzada agente pastoral hincha de Pe. Bonomi. (Por razones éticas me reservo el nombre de nuestra amiga). Una característica de padre Bonomi era que fue siempre muy cordial, acogía con los brazos abiertos y con su hablar entre español, portugués, italiano cautivaba a los oyentes, por su saber e inteligencia no dejaba a nadie sin admirarle. El siempre usó un truco para acoger a las personas, quién no recuerda aquella frase de él: “ Primo que tal”, ese grado de familiaridad que entregaba hacía que las personas se sintieran muy bien. Estando en Paraguay con él, en una ocasión le pregunte porque tenía tantos primos, su respuesta fue simple, “como no recuerdo todos los nombres de las personas que conversan o trabajan conmigo, les llamó de primo”. Como constructor era genial, motivaba a la comunidad que necesitaba de una capilla, los incentivaba planificando la construcción, conseguía los mejores descuentos, siempre pedía la “yapa” y parte de ese estimulo era que “él pondría el valor del techo”, así la comunidad se ponía manos a la obra, levantando los muros, puertas, ventanas en fin toda la obra gruesa, y él iba donde “los primos” ferreteros, de barracas para que le ayudarán con el techo, así se hicieron muchas de nuestras capillas (Santiago-El Belloto-Villeta). Sin duda, lo que más me llamó la atención fue que práctico el voto de pobreza como ninguno, llegó al Divino Redentor con una bolsa plástica con camisa – calzoncillos y cepillo de dientes, era todo su equipaje. Cuando iba de vacaciones a Italia, se iba en Barco, ya que le tenía miedo a los aviones, y pagaba su pasaje trabajando en el Barco, en cada puerto con lo que le sobraba, compraba libros los cuales leía durante su largo viaje, llegaba al puerto final y aquel barco quedaba con una biblioteca para la tripulación. Para el período de vacaciones uno sabía cuando partía, pero nunca cuando regresaría a sus labores pastorales. Una vez que ya había sido trasladado a El Belloto, vino al Divino Redentor y se encontró con un grupo de jóvenes, conversando con ellos les invitó para ir, los jóvenes entusiasmados con la posibilidad de veranear se juntaron y fueron a verle, allí les acogió con cariño el primer día que llegaron, les indicó que bus tomar para ir a Viña del Mar a la playa y como regresar. Los muchachos felices pasaron sábado y domingo en las playas de Viña. El día Lunes, subió temprano a los dormitorios donde estaban los jóvenes, les despertó y les dijo: “Me acompañan, voy a un sitio donde estamos haciendo una capilla”, los jóvenes, desayunaron y fueron con él hasta un sitio en la parte alta de El Belloto, allí habían otros jóvenes trabajando, despejando el terreno, Pe. Bonomi, le dijo a estos amigos; “Ya a trabajar entonces, porque quién no trabaja no come ”. Creo que ello fue una lección práctica para los jóvenes que las cosas se consiguen con esfuerzo. Como no olvidar la “Escala de Civilización” que el daba a los primos,( lo más cercanos a él) iba de los más inteligentes a los menos, pero siempre en un tono de broma muy propio de él, que nadie se sentía mal, por estar en el último lugar de la escala. Cuando quedaba de Párroco suplente por vacaciones del Pe. Párroco, no le gustaban mucho las reuniones de Consejo, así que me decía: ” Primo, si es muy urgente se hace, pero si no, que llegue el Jefe y él resuelve después” No gustaba de la parte administrativa burocrática, gustaba de estar en terreno, en las Misas de campaña, trabajando en la construcción, ello era su pasión. Cuando fue para Paraguay- Villeta en 1995, entró por Brasil-Foz do Iguçu-Puente de La Amistade. Sin embargo en esos días no se podía pasar a Paraguay debido a una Huelga en la Aduana e Inmigración, como tenía apuros en llegar a su nueva destinación, bajó a orillas del Rio, y tomó un bote para que le atravesará para el Paraguay, como hablaba mucho pregunto al botero antes de embarcar si era peligroso cruzar para el otro lado, a lo que el buen hombre le respondió que no. Entonces subió, estando en la mitad del Rio el tan gentil botero sacó una cuchilla y le amenazó para robarle, sólo que él viajaba con su bolsa plástica donde llevaba su ropa, por lo que la entregó de inmediato, además de su camisa, el botero lo dejó cerca de la orilla, por lo que Pe. Bonomi hubo de mojarse un poco para salir. Afortunadamente, pudo proseguir viaje gracias a la precaución de esconder un billete de 100 dólares en su calcetín. Esa fue su bienvenida al Paraguay. Como no recordar a Pe. Bonomi como guía turístico, sino que lo digan quienes fueron al viaje de la Ordenación de Pe. Bené a Bahía. Cuando se hizo cargo de la Parroquia de Nuestra Señora en Villeta, tanto hablaba de Santiago, que allí la comunidad se organizó e hizó un viaje a Chile el año 1996, previa las coordinaciones correspondientes entre Pe. Bonomi y Pe. Luigui, nos dimos al trabajo de encontrar familias que acogieran a los viajeros, estos según la Programación de viaje debían llegar a eso de las 20 Hrs. Como comunidad nos preparamos para recibirles en el Salón con algo de comida, para luego que cada familia que acogía llevará a su(s) invitado(s) a su casa. Nos reunimos todos a la hora convenida y empezamos a esperar a los pies del Cristo del perdón, pasaban las horas, cuando a eso de las 11 de la noche, un teléfono en casa sonó anunciando que estaban ya por llegar. Sin embargo pasaban las horas y a eso de la 1 de la madrugada, dimos por concluida la espera y de acudir los que pudieran si llegaban más tarde. A eso de las 3 de la madrugada, al fin llegaron, cansados, sin comida con sed, etc. Qué había pasado un percance del bus con los frenos, pero lo que más les demoró, es que Padre Bonomi se sabía mejor el camino para Belloto que para Santiago, así que dieron la “tremenda vuelta” perdidos en la noche. A pesar de este episodio, creo que fue una de las experiencias más bonitas vividas por la comunidad tanto Villetana como del Divino Redentor, tanto así que al año siguiente, organizamos un viaje para Paraguay, quedando complacidos con la acogida por parte de los hermanos Paraguayos, recuerdo allí haber sido recibidos por el Intendente (Alcalde), Pe. Bonomi y comunidad, al son de fuegos artificiales y bailes típicos. En su estadía en Paraguay, motivo a muchos jóvenes Paraguayos a seguir el camino del Señor, siendo el primero en llegar al Seminario de Santiago, Carlos Escobar, hoy primer sacerdote estigmatino Paraguayo. Estas son algunos recuerdos que tengo de Pe. Bonomi, y me siento honrado de haber sido su amigo y primo.
Raúl Herrera Zuluaga
Raúl Herrera Zuluaga
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